viernes, enero 07, 2011

CAHIERS - AYER CONJUGADO


[Ejercicios a-surrealistas de Hoen Santiago Santillán para Luis Alberto García López. 2do ejercicio. 24/10/09. 01:45 horas.]

No, cariño, no. Este es un exceso de sueño, así que te estoy soñando, te estoy creando. Tus labios no tienen forma, mis labios besándolos se la dan, se la dejaron. Tú no naces sino hasta que mi pupila se abre: de mis ojos naces, y ahora que los cierro soy represa de tu cuerpo, tu cuerpo que quiero para ti, para mí. Este vacío que se forma entre mis brazos eres tú también, porque quiero que lo seas, porque cierro los ojos y te libero a mis brazos para que te abracen: ocupes un sitio junto a mi tú, tú que estás dormido también soñándome. Así que nos soñamos, y algo parecido ocurre entre tus muros, sólo que ahí no ocupamos sillas.
Ya no siento la lengua. Los labios parecen ser cortados por el viento que entra. Es un papel de arroz plegado contra mi piel, es una mascara, es el cigarro diciéndome que me quede con sed: de ti, así que la alimento de besar al aire que me reseca aun más la boca. Aun lo interno del labio, aun lo externo que pretenden retener de mí tus abrazos y es también el vodka, estoy seguro de ello, el vodka y los diez cigarros y las letras, los pasos, las líneas que antes estaban mojadas de tus labios. Pero les dejaste ahí huellas, tus laberintos trazados contra piel y es la misma que sueñan, porque uno sueña con todo el cuerpo, así que estamos soñando, llevamos meses soñándonos.
Los matices transcurren todo el tiempo así que nos colorean de paso, y nos forman cuerpos, otros cuerpos, difusos y que se nos desprenden de los gestos esa facción de reposo tranquilo y fatigado que me acaricias del rostro, a lo lejos; desde el viento que te emana, viaja, se une a otros vientos y finalmente me abraza. Su abrazo me vacía de sueños, te los lleva a ti para que también los sueñes. La noche enmudece de sonidos, enmudece al cuerpo que cede a la puerta, tropezara con mi tobillo tomándole para evitar el fallo. El mundo esta dormido, las sensaciones calladas te acarician, amor, y a mí en su paso por tu cuerpo me dan un cuerpo.
Claro que me acuerdo de nuestro primer beso, si no hemos acabado de besarlo. No sueño tus sueños porque ese aire me lo bebo, de que es tuyo y no quiero que me corra el brazo por su cuello, me desprenda de está intimidad que estamos entregándonos y nos despintamos en un nuevo color. Un color distinto que se me desase, para entregarse a la oscuridad en que pueda permanecer oculto, nuestro. Corre a abrazarme cuando me siente sólo el tacto para abarcarme. No le escucho, porque intento evocar tu voz, y le doy forma, y eres su voz preguntándose “¿Por qué se durmió ahí?”. Me acomoda sobre el cobertor y alguien más —podrías ser tú— me dice que va por huevo fresco, así que pienso que podríamos desayunar omelette con queso, perejil y pimienta. Pero mis labios están ocupados en los tuyos, aun fuera de mí, en otro lado que no es el mío o pertenece a las llanuras de mi cuerpo y por eso no lo dice, eso y que está más ocupado queriendo soñar, queriendo dormir.
Decido que te quiero soñar y te sueño. Sigo los pasos que mis labios corren hasta ti y estoy contigo. Mí cuerpo de sueño te da uno también, nos encontramos de paso a los tuyos y nos sonrojamos, todos juntos, nos hacemos del amor una piel. Ésta otra piel sensible que se oprime desde el pecho, y sé que es el abuelo cobijándome porque eres tú mismo recostándote junto a mi, tu rostro contra mi brazo. El aroma que penetra es tu cabello, eres tú y estás tan ahí con tus ojos de sueño, tu cuerpo de sueños, tus sueños mismos, tu abrazo de ensueño que me despierta para encontrar un nuevo orden que no comprendo. Que me tiene aun en las sillas, recostado y solo, y mis sueños te sueñan aunque estoy despierto, sólo regreso a asimilar su cuerpo. La realidad le da forma al onirismo, quien, lejos de lo aleatorio, le busca lógica a tu presencia para convencerme de ello. Y estamos juntos, y ese puño que me presiona es el tuyo. La noche avanza, se desliza placida en un cuerpo que nos abraza, concilia en este otro verbo distinto, que no sabemos pronunciar y sabemos que tiene que ver con el surrealismo y ese tacto son tus labios diciéndome “ya”. Nos besamos, pero somos otras cosas al mismo tiempo, somos uno. Lejos, pero siempre uno, indeciso, temeroso, surrealista, arte vivo y conjugado. Y conjugándose.

CAHIERS - AYER

[Ejercicios a-surrealistas de Hoen Santiago Santillán para Luis Alberto García López. 1er ejercicio. 24/10/09. 01:45 horas.]

El verso tiene vida propia así que vive, así tú también.
Así las sillas le reciben al cuerpo, mi cuerpo, y le dan forma y le acarician. Son el bien y el mal: el bien que recibe la columna, el mal que le hace un espacio incomodo al sueño rehuyéndole su naturaleza. Las manos cobran una vida ajena a la mía, así que se abrazan para alejarse de las penas que me invaden, atenuantes, también poseen vida propia. El vodka que me bebí, los cigarros que, ahora creo, no me fume yo sino ellos desearon consumar y consumirse en mis labios. Su humo tiene rostros también, así que los veo y les busco cara y les encuentro labios y los beso. No quiero que se callen porque me dicen los secretos del universo en su tacto, los murmuran en ese  crescendo de silencios que, se podría decir, se oye. Y ya no me siento tan lloroso, esas son mis aguas calmándose.
Ésta casa se guarda restos de nosotros, nostálgicos y que en recuerdo vienen a abrazarme. Dicen querer jugar conmigo y lo sé, pero es demasiado sádico para mi tacto, este que actualmente te suda en tanto llanto, en tu ausencia. Parecemos todos dedicarnos a llorar en silencio y nos podemos oír los llantos, mismos que en canción de cuna parecen dormirnos juntos, casi de la mano nos introducen al mundo de sueños. Y te amo, pero no estoy ahí para decírtelo.
Aun no te abrazan otros desiertos, mismos que he regado de otros llantos, distintos. Podrías encontrar alguna neurona mía sembrada y floreciendo, fertilizarla si te hiere un tanto mi recuerdo que aun a veces me hiere a mí.
No hay cuidado, soy alérgico a las flores. No, no prepares café, yo ya tengo sueño y la realidad alterna en la que estás, ese vacío que sientes abrazarte, soy yo. No tengo duda de ello: te estoy abrazando. Hay un hueco entre mis brazos, pero debes estar tú, yo así lo quiero. Suspendido, apagado, sueño y en parálisis de ello. La noche se desliza juguetona con sus nubes, amantes envidiadas por las olas, enviciadas por aquel destello y que, supongo, han de ser más seducidas por su cara oculta que por su luz de leche.
No es que me falte conciencia. Faltas tú, es cierto, pero me abrazas en una melancolía presente que se resbala, me toma el tobillo. El aire le busca las cuerdas vocales para decir lo que piensa, un observador oblicuo, en interrogantes inconclusas e incompletas que se dirán por labios ajenos, a los tuyos, a los míos. “¿Por qué se durmió ahí?”. Se vacían las sillas de uno cuando mi cuerpo les abandona. La soledad sin pierna son ellas también quedándose solas, de sí, de mi que tengo una ira que les podría consumir en una rabia irascible que les separe las piezas. Me depara el lecho de Miguel, el abuelo, diciendo que peso mucho, pero es en realidad su masa corporal la que le ha abandonado. A todos nos abandonan y no quiero dejar de abrazarte pero me pasa el brazo por su cuello, y medio despierto para ayudarle con mi peso, y quiero decirle que desayunemos huevo. Un omelette de huevo, queso y perejil; pero mis labios no dan para decírselo caprichosos en sólo recordar tu beso y los cigarros, de quienes no se quieren desprender, así que no le dicen nada pese a que quiero que se lo digan. Le ayudo a colocarme bien en la cama, me cubre con sus cobijas, en ese lecho en que abandonó calor y que pretende consolarme con su abrazo de tu falta. Me oprime el pecho, esa mano, esa mano que suspende el tiempo en su presión antes que la respiración mientras ensueños me digo a mi mismo que estás tú, porque quiero que estés dormido tú también y que me sueñes. Así que te sueño, mi cuerpo de sueño te sueña porque me despierto, y sigo en las sillas, aun no las he dejado. Nunca las deje. No estas tú, pero esa opresión en el pecho por mano, la misma de antes, detenida, es la que me despierta. Es, surrealmente, la tuya.

lunes, diciembre 27, 2010

DREAMS Issue – Enero 2011 Summertime 1

Quote: “¿Por que el ojo ve más claramente una cosa en sueños que la imaginación despierta?” Leonardo Da Vinci

Trasmundo - Remedios Varo

Soñar es de esas cosas que uno sabe por inercia, es como respirar, o que el corazón palpite. El surrealismo soñó genios despiertos. En nuestro primer número nuestro sueño se despierta creyendo que sigue dormido... cuando el sueño contagia la realidad obtenemos números como este y reseñas de lo que estamos viendo.